Dirección:
Entre las
calles Chile y Cuenca
Horarios:
Lunes a
viernes: de 06:30 a 11:30 – 15:00 a 18:00. Sábados y domingos misas
La iglesia
que ahora conocemos fue la tercera edificación de los mercedarios, en el año de
1700 comenzó el trabajo de demolición del ábside de la antigua iglesia, en 1701
se abrieron los cimientos de la parte derribada para iniciar la construcción.
la
construcción fue dirigida por el arquitecto quiteño José Jaime Ortiz, el trazo
los planos tomando en cuenta el modelo de la compañía de Jesús.
Esta iglesia se
levantó en honor a la Virgen María protectora de la ciudad después de las
erupciones volcánicas del Pichincha que amenazaba con destruirla a mediados del
siglo XVII.
La puerta de acceso
tiene un representativo marco de piedra: pilastras de nichos intercalados y
adornos tan caros para los canteros indios.
El altar mayor fue una
obra de Bernardo de Legarda, en el nicho
central está la Virgen de las Mercedes, a la que Sucre rindió su espada
vencedora en la Batalla de Pichincha. Es una estatua de piedra, de tamaño
natural. Cuando ocurrió las erupciones del Pichincha, los quiteños la sacaban
en procesión.
Hay varias pinturas en la iglesia, las catorce
estaciones del Vía Crucis, por la Judía Pinta, y varias pinturas por el
Vencedor Mideros.
Al interior del
Convento se admira el claustro principal que es uno de los más atractivos de
Quito, con pilares de piedra y fascinantes pasadizos blancos, así como un patio
ancho que tiene una magnífica fuente tallada en piedra en el centro, con una
figura de Neptuno. En el claustro superior hay una serie de pinturas que
representan la vida de San Francis Xavier, que fue pintado por el Hermano jesuita
Hernando de la Cruz.
Así mismo se
encuentran estupendas obras de la Escuela Quiteña, entre ellas las obras de
Miguel de Santiago, Olmos, Albán, Pinto, Cadena entre otros.
En 1648, se construyó
los retablos, dedicados a san José, san juan bautista, san pedro Nolasco y san
ramón nonato, cuyas imágenes labró la gubia de Gabriel Guillachamín. En la
labor de la estructura de los altares colaboraron simultáneamente los
talladores Francisco Pérez Sanguino y Lorenzo de Salazar, junto con el escultor
Antonio Gualoto, y los pintores Alejandro Gualoto y Sebastián Gualoto, siendo
el más importante Antonio, tallador, imaginero y pintor, a quien comprometieron
los padres para la estructura y dorado de los retablos, incluso la pintura de
los lienzos que ocupan espacios intermedios.
La comunidad
mercedaria ha destinado un sector del segundo claustro a museo de arte, este
consta de una serie de salas, que se integra con las celdas, decoradas para
morada de los antiguos provinciales.
Aquí podemos encontrar
los bustos de los padres Toribio Calderón de la Barca en cuyo provincialato se
realizó la obra y del padre maestro fray Juan Arauz, se destaca un lienzo, atribuido a Bartolomé
Esteban Murillo, que tiene las características de Miguel de Santiago y representa a Jesús niño con su primo Juan
Bautista que se inclina a sus pies.
Miguel de Santiago
luce su pincel inconfundible en un lienzo que representa a San Pero Nolasco, de
rodillas, en actitud de disciplinarse.
Su discípulo Nicolás
de Goríbar repite su forma de composición de los profetas en un cuadro del
apóstol Santiago, en el último cuarto del siglo XVII dos pintores de parecida
técnica y colorido se pusieron al servicio
de nuestra señora de la merced y contribuyeron a la propagación de su culto,
ellos fueron Bernardo Rodríguez y Manuel Samaniego.
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